El TCA y la distorsión de la imagen corporal en verano

El TCA y la distorsión de la imagen corporal en verano

La distorsión de la imagen corporal consiste en ver o sentir el cuerpo de una forma diferente a cómo es realmente. Percibir el tamaño, la forma o el peso de manera negativa, genera un profundo sufrimiento

¿Qué es la distorsión de la imagen corporal?

Es percibir el cuerpo de manera alterada. La mente ve/siente el cuerpo de una forma que no es real. Significa que el cerebro está interpretando de manera equivocada lo que siente en el plano físico, lo que piensa en el estado psíquico y lo que  vive emocionalmente en el aspecto emocional. Por eso decimos que esta alteración afecta tres niveles: físico, psíquico y emocional

Percepción física

Es cómo la persona ve o siente su cuerpo en el aspecto físico. Quienes experimentan esta alteración pueden verse en el espejo y sentir que su cuerpo es más grande, poco armónico o diferente de lo que realmente es. También puede manifestarse esta distorsión sólo en zonas concretas. Por ejemplo: ver enormes o desproporcionadas las piernas, aunque objetivamente no lo sean. Metafóricamente, sería como mirarse en un espejo de feria que agranda o achica partes del cuerpo, provocando un reflejo que no es real.

Percepción psíquica

Es la imagen mental que se tiene del propio cuerpo, influida por creencias, comparaciones, comentarios de otrxs o pensamientos negativos sobre el mismo. Estas ideas pueden llevar a pensar en absolutos  que minan la autoestima. Algunos ejemplos podrían ser: “mi cuerpo es feo”, “soy enorme” o “tengo que cambiarlo completamente”. Podríamos decir que esta percepción es como tener un narrador interno que te cuenta una historia equivocada sobre tu cuerpo, diciéndote que es feo o inadecuado. Este narrador crea ideas fijas que la persona se repite (“mis piernas son enormes”, “mi cara es fea”), generando una imagen mental distorsionada que genera sufrimiento.

Percepción emocional

Se refiere a los sentimientos que se experimentan hacia el propio cuerpo. Esta valoración  puede generar emociones como vergüenza, rechazo, ansiedad o tristeza al mirarse o pensar en el propio cuerpo. Además, también puede provocar miedo a que los demás juzguen la apariencia. Un ejemplo de esta percepción es sentir angustia al vestirse, ya que la persona siente que nada le queda bien. Esta apreciación es como llevar un peso invisible en el pecho cada vez se piensa en la imagen corporal, sintiendo vergüenza, culpa o miedo al mostrarse. No importa lo que diga el espejo o los demás; emocionalmente la persona se rechaza y se siente incómoda o insegura en este aspecto, algo incluso puede generalizar a otros aspectos de su vida

 

Los dolorosos bucles de la distorsión de la imagen corporal 

El doloroso bucle de la angustia 

Las personas que tienen distorsión de la imagen corporal suelen tener baja autoestima y sufrir ansiedad. Ambas sensaciones refuerzan su insatisfacción corporal, lo que a su vez incrementa la ansiedad y el déficit de autoestima.

El incesante bucle de la comparación

Quienes sufren esta alteración de su imagen corporal tienen la necesidad de compararse con los demás. Haciéndolo en aspectos que consideran negativos  o sienten inferiores, con lo cual siempre salen perdiendo y fomentando una nueva comparación.

El constante bucle de los pensamientos

La persona que experimenta la distorsión de la imagen corporal suele quedarse atrapada en pensamientos intrusivos. Muchos de ellos pueden tener su origen en comentarios sobre su aspecto físico o de otros 

Vivir con distorsión corporal genera un profundo sufrimiento, estrés, vergüenza, baja autoestima y conductas poco saludables como son hacer dietas extremas, evitar actividades sociales y evidentemente  desarrollar Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA).  Es necesario detectarlo y buscar apoyo psicológico para recuperar una visión más realista y sana de tu cuerpo.

 

La terapia de Desensibilización y Reprocesamiento por Movimientos Oculares (EMDR)

Es una terapia basada en el procesamiento adaptativo de la información, diseñada originalmente para tratar traumas, pero también útil para abordar creencias negativas profundamente arraigadas que alimentan la distorsión de la imagen corporal.

El EMDR  considera que la imagen corporal distorsionada puede tener su origen en experiencias de bullying, críticas sobre el cuerpo o comentarios humillantes en la infancia o adolescencia. Puede haberse ocasionado por traumas vinculados a abuso o negligencia que afectan la autoimagen y autoestima. O haberse generado por influencias sociales internalizadas que generan creencias rígidas de “no soy suficiente” relacionadas con el cuerpo. Estos recuerdos  se almacenan de forma disfuncional, generando emociones intensas y creencias negativas automáticas que distorsionan la percepción corporal.

Esta terapia puede ayudar a superar la imagen corporal trabajando los siguientes puntos: 

Identificación de recuerdos clave

Se identifican eventos pasados vinculados a:

  • Comentarios hirientes sobre el cuerpo.
  • Situaciones de comparación social.
  • Experiencias de humillación o rechazo.
  • Traumas que contribuyeron a la autoimagen negativa.

Identificación de creencias negativas

Por ejemplo:

  • “Mi cuerpo es repulsivo.”
  • “Nadie me querrá si no soy delgada.”
  • “Soy fea.”

Se trabaja para transformarlas en creencias positivas, como:

  • “Mi cuerpo es valioso tal como es.”
  • “Soy aceptada y suficiente.”

Procesamiento con estimulación bilateral

Mediante movimientos oculares, tapping o sonidos alternados, se procesa la memoria traumática reduciendo la carga emocional y el malestar corporal asociado.

Esto permite que la persona recuerde el evento sin que cause sufrimiento, deje de asociar la experiencia con creencias negativas sobre su cuerpo e integre una percepción más realista y compasiva.

Trabajo en disparadores presentes

EMDR no solo trabaja con el pasado también se procesan situaciones actuales (mirarse al espejo, ir a la playa, usar determinada ropa) que disparan el malestar por la imagen corporal. Hacer este trabajo fortalece la respuesta adaptativa en el presente.

Preparación para el futuro

Se visualizan situaciones futuras (sociales, de cuidado personal, exposición) con nuevas creencias, para consolidar un autoconcepto corporal más positivo y flexible.

Fomenta un sano autodiálogo contigo y mejora la imagen que tienes de ti

Reconoce que no es tu culpa

Tu mente te está mostrando una imagen distorsionada, pero esto no significa que estés haciendo algo mal. Es un síntoma, no una verdad absoluta sobre ti.

Tu cuerpo no define tu valor

Tú eres mucho más que la forma de tu cuerpo. Eres tus valores, tu ternura, tu esfuerzo, tus risas, tus sueños. Tu cuerpo te permite abrazar, caminar, reír, y vivir.

Habla de lo que sientes

Compartir con alguien de confianza o con tu psicóloga cómo te sientes frente al espejo puede aliviar esa sensación de soledad que esto genera.

No creas todo lo que tu mente dice

Tu mente puede actuar como un espejo de feria, mostrándote cosas que no son ciertas. Cuestiónala con suavidad. Pregúntate:

“¿Es esto un hecho o es una opinión de mi mente?”

“¿Le diría esto mismo a alguien que amo?”

Cuida tu cuerpo con respeto, no con castigo

Moverte, alimentarte y descansar no son premios ni castigos. Son cuidados que mereces aunque no te sientas bien con tu imagen.

 Evita las comparaciones en redes sociales

Recuerda que la mayoría de imágenes están filtradas y no muestran la realidad completa de nadie. Cuida tu espacio digital y sigue cuentas que promuevan diversidad corporal y amor propio.

Háblale a tu cuerpo con amabilidad

Puede costar al inicio, pero pequeños gestos como agradecer a tus piernas por sostenerte o a tus brazos por permitirte abrazar pueden suavizar la relación con tu cuerpo.

Busca apoyo profesional

La distorsión corporal se puede trabajar con psicoterapia. No tienes que pelear sola contra ella. Pedir ayuda es un acto de valentía, no de debilidad.

 

Mantras para superar tu distorsión de la imagen corporal

Eres mucho más que la forma de tu cuerpo. Eres tus sueños, tu risa, tu capacidad de cuidar a otros, tus momentos de calma, tus pequeños avances que a veces olvidas reconocer.

Tu cuerpo merece respeto, no castigo. Aun en los días en que sientes que no puedes amarlo, puedes elegir cuidarlo con pequeños gestos: alimentándote, descansando, caminando, abrazándote.

Está bien pedir ayuda. Si la carga que sientes se vuelve muy grande, no tienes que llevarla solx. Puedes hablar con alguien de confianza o buscar apoyo profesional. Pedir ayuda es una forma de cuidarte, no de fallar.

Permítete la ternura contigo. En lugar de exigir amarte de inmediato, puedes comenzar por tratarte con respeto. Puedes agradecer a tu cuerpo por sostenerte, incluso en los días que se sienten pesados.

Eres suficiente. Eres dignx de amor y cuidado, incluso en los días en que tu mente te diga lo contrario. Cada paso que das, aunque sea pequeño, cuenta. No tienes que hacerlo perfecto para estar avanzando.

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