El sobrepeso: una consecuencia de las dietas constantes

El sobrepeso: una consecuencia de las dietas constantes

sobrepeso

En nuestra sociedad existe una contradicción, a pesar de que muchas personas están frecuentemente a dieta cada vez más personas padecen obesidad

 
En su investigación el Dr. Higginson, profesor de psicología en la universidad de Exeter,  afirma  que «la media de aumento de peso para personas que hacen dieta será mayor que en aquellas que nunca han hecho régimen alimentario. Esto sucede porque aquellos que no hacen dieta no necesitan acumular grasa en forma de reserva».
 
Otros estudios señalan que en general se tiende a recuperar el peso cinco años después de la realización de una dieta, incluso el 40% de las personas lo aumentan.
Investigaciones realizadas con población adolescente que ha hecho dieta, independientemente de si tenían sobrepeso o no, concluyen que estos adolescentes tienen mayor riesgo de padecer sobrepeso 5 años después. Además, encontraron que hacer dieta a estas edades también puede incrementar la probabilidad de padecer algún tipo de trastorno alimentario (TCA). Evidentemente padecer un TCA no solo se debe a los hábitos alimentarios, dado que son alteraciones psicológicas y necesitan otros factores, pero hacer dieta es un riesgo.
 
Muchos adolescentes se sienten mal con su imagen, ello está relacionado más con su autoestima que con su peso, pero creen que un cambio en su imagen les dará la seguridad, popularidad o la inclusión en su grupo de amigos. Vivimos en una sociedad en la que la imagen esbelta en sinónimo de éxito y no ofrece modelos sanos y de diversidad en este aspecto. Los más jóvenes, y no solo ellos, son víctimas de estos conceptos. Mucho cuidado con las dietas en edades tempranas.
 
Dado que nuestro organismo tiende a mantener el peso corporal debido al mecanismo conocido como «Punto de ajuste», las personas que sufren obesidad tienen serias dificultades para variarlo. Una investigación de la Dra. Sandra Aamodt da esperanza en este aspecto. El estudio comparó los riesgos de enfermedad en personas con normo peso, sobrepeso y obesidad, considerando cuatro variables: comer suficientes frutas y verduras, practicar ejercicio físico tres veces en semana, no fumar y beber alcohol con moderación.
 
El resultado encontró que las personas que tenían estos cuatro hábitos, independientemente de su peso, presentaban el mismo riesgo a sufrir enfermedades. Lo que dicho de otra manera, mantener estos cuatro hábitos mencionados es más importante para la salud que el peso corporal.
 
Si observamos a nuestro alrededor podemos ver que hay personas que comen cuando tienen hambre y otras que se esfuerzan en controlar lo que comen. Según explica la Dra. Aadmodt, los primeros se les puede conocer con el nombre de comedores intuitivos y a los segundos, comedores controlados. Los comedores intuitivos basan su alimentación en su percepción de hambre, comen lo que necesitan, piensan menos en la comida y presentan menos sobrepeso.
 
Los comedores controlados están más pendientes de lo que comen, suelen hacer dieta y son más propensos a experimentar atracones. Estos hallazgos nos llevan a una reflexión que tiene como resultado lo que se empieza a llamar comedores conscientes. Para lograr ser un comedor consciente es necesario llevar a cabo un entrenamiento para identificar las señales de hambre y parar cuando se deja de sentirlas. Esta percepción es fundamental porque muchas veces se come sin hambre y ese es el excedente que no proporciona ningún beneficio. Evidentemente este entrenamiento es mucho más complejo de lo que puede parecer y requiere tiempo, además de un profesional experto.
 
Ello es debido a que no solo comemos por hambre si no que lo hacemos influenciados por estados emocionales. La investigación señala que el 90% de las decisiones, incluidas las alimentarias, están influenciadas por el inconsciente y el cerebro emocional. Comer no se limita a saciar el hambre, comemos también por placer. Además, está asociado a tranquilizar, consolar, celebrar, aliviar el aburrimiento, manejar la ansiedad o a estados depresivos. Comer afecta a cómo nos sentimos pero también cómo nos sentimos afecta nuestra forma de comer, por ello es necesario autogestionar las emociones: ansiedad, estados depresivos, soledad, frustración…
 
Por ejemplo, las personas con depresión y dificultad para manejar sus emociones, pueden comer para aliviar su tristeza y cambiar su estado de ánimo. En otros casos, la persona puede recurrir, inconscientemente, a restringir alimentos para suprimir una emoción. Esta forma de comer (tener episodios de atracón o restringir) y las dificultades en el manejo emocional están presentes en los Trastornos de la Conducta Alimentaria.
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