El estilo rígido de pensamiento significa que procesamos la información de manera inflexible, lo que nos genera dificultades para adaptarnos a nuevas ideas, situaciones o puntos de vista. Y, además, nos impide ser felices
¿Qué es el pensamiento rígido?
Este tipo de pensamiento se caracteriza por tener ideas o esquemas fijos, haciendo que vayamos por la vida con reglas estrictas o creencias inmutables. Todo ello limita nuestra capacidad para resolver problemas, nuestra relación con los demás y nuestra capacidad de enfrentar cambios en nuestro entorno.
Características de la rígidez de pensamiento
Pensamiento dicotómico (todo o nada)
Las personas con un estilo de pensamiento rígido tienden a ver las cosas en términos absolutos, sin matices. Ven las situaciones o a sí mismos como buenos o malos, correctos o incorrectos, sin considerar alternativas o puntos intermedios. Este tipo de pensamiento es típico en alteraciones como la ansiedad o los trastornos alimentarios.
Dificultad para adaptarse al cambio
Un estilo rígido de pensamiento se asocia con la resistencia al cambio. Las personas que ven la vida bajo este prisma, encuentran difícil ajustarse a nuevas circunstancias, lo que puede generar altos niveles de frustración o ansiedad cuando las cosas no salen según lo planeado.
Apego a reglas o rutinas
Las personas que piensan de manera rígida suelen seguir reglas o rutinas de forma estricta, sin permitirse flexibilidad. Esto puede verse en quienes, por ejemplo, siguen dietas estrictas o tienen horarios muy fijos y se angustian ante cualquier alteración.
Falta de creatividad y resolución de problemas
Este tipo de pensamiento puede limitar la capacidad creativa y la habilidad para encontrar soluciones novedosas a problemas. Al centrarse en un único enfoque o manera de hacer las cosas, las personas pueden tener dificultades para encontrar soluciones alternativas cuando se enfrentan a desafíos.
Baja tolerancia a la ambigüedad
Las personas con un estilo rígido de pensamiento suelen sentirse incómodas con la incertidumbre o la ambigüedad. Necesitan respuestas claras y definiciones precisas para sentirse seguras, y pueden estresarse cuando no tienen certezas.
Tendencia al perfeccionismo
Un pensamiento rígido también está vinculado al perfeccionismo, en el que la persona establece estándares excesivamente altos para sí misma y los demás. Cualquier desviación de estos estándares se percibe como un fracaso, lo que puede generar sentimientos de frustración o autocrítica.
Dificultad para aceptar críticas o feedback
Las personas con un estilo de pensamiento rígido pueden tener problemas para aceptar opiniones diferentes o críticas constructivas, ya que están muy apegadas a su forma de ver las cosas. Suelen tomar las críticas de manera personal, lo que genera conflictos en las relaciones interpersonales.
Pensamiento repetitivo o rumiación
Las personas con un estilo rígido de pensamiento pueden caer en patrones de pensamiento repetitivo o rumiación, donde vuelven constantemente sobre los mismos problemas o preocupaciones sin avanzar hacia una solución.
Cómo superar el estilo rígido de pensamiento
Aprender a pensar de una manera más flexible y saludable requiere tiempo, constancia y entrenamiento como para desarrollar cualquier habilidad.
Pueden ayudar las siguientes estrategias:
- Cuestiónate tus creencias
Hazte preguntas que te ayuden tomar perspectiva y observar desde otro ángulo. Práctica estas preguntas: ¿Existen otras maneras de ver esto?, ¿podría hacerlo de otra forma? Busca ejemplos que contradigan tu forma rígida de pensar.
- Acepta los grises, no sólo blanco o negro
Aprende a ver los puntos en medios de las situaciones, la vida pocas veces se sitúa en puntos de “todo o nada”. Introduce razonamientos intermedios: en lugar de pensar “Si no hago todo, fracasé”, piensa “Hacer una parte, ya es un avance”.
- Tolera la incertidumbre y los cambios
La realidad de la vida nos indica que pocas veces vamos a tener las cosas bajo control. Por eso es mejor aprender a adaptarnos a las situaciones y hacer lo que podamos. Prueba a ejercitarte haciendo pequeños cambios en tu rutina para acostumbrarte a la flexibilidad.
- Busca ser autocompasivx
Permítete cometer errores sin castigarte, nadie es perfecto. Cambia el “debo hacer todo bien” por “hago lo mejor que puedo y está bien”.
- Practica la reestructuración cognitiva
Escribe pensamientos rígidos y reformúlalos con una perspectiva más flexible. Reformula frases pesimistas del tipo “Si fallo una vez, todo está perdido”, para darles una forma más positiva, como por ejemplo “Un error no define mi progreso”.
- Exponte a nuevas experiencias
Realiza actividades fuera de tu zona de confort para entrenar tu mente a ser más adaptable.
- Vincúlate a alguna terapia psicológica
Un profesional puede ayudarte a identificar y cambiar patrones de pensamiento rígidos. La terapia cognitivo-conductual (TCC) es especialmente útil para esto.
El pensamiento rígido y los trastornos de conducta alimentaria (TCA)
Están estrechamente relacionados, la rigidez cognitiva es una característica común en personas con TCA. Esta forma de pensar suele generar las siguientes dificultades o tendencias
Perfeccionismo y control
Las personas con TCA suelen tener un pensamiento dicotómico o “todo o nada”, “si las cosas no son perfectas, son horribles”; “si no lo hago todo perfecto, mejor no hago nada”. Si una persona con este tipo de pensamiento sigue una dieta y come un pedazo de pastel, pensará que ya arruinó todo y seguirá comiendo sin control. Esta forma de pensar impide el aprendizaje de nuevas aficiones porque, lo normal en todo aprendizaje, es que al principio no se haga bien. Esta mentalidad favorece la restricción extrema, lo que suele llevar a los atracones, dificultando una alimentación flexible, en la que se pueda comer de forma variada.
Dificultad para adaptarse a los cambios
La rigidez cognitiva implica problemas para cambiar patrones de pensamiento o comportamiento. Hay dificultad para aceptar otras opiniones o cambios “las cosas deben ser como yo digo, si no, están mal”. Este tipo de pensamiento puede hacer que las personas sufran más, porque no les permite adaptarse a la vida, que siempre tiene imprevistos y cambios. Esta mentalidad inflexible y el miedo a no controlar el peso, favorecen que sea más difícil abandonar hábitos alimentarios dañinos. Esto explica por qué muchas personas con TCA se aferran a reglas estrictas sobre la alimentación, el ejercicio o el peso.
Asociación con trastornos obsesivo-compulsivos (TOC):
Diversos estudios han encontrado una alta comorbilidad entre los TCA y rasgos obsesivo-compulsivos, que incluyen pensamiento rígido y rituales relacionados con la comida. Esto puede llevar a rutinas inflexibles en la alimentación y al miedo extremo a desviarse de ellas.
Es importante tener en cuenta que las personas que tienen TOC o TCA no son culpables de ello. Las personas que padecen TOC suelen tener algunas alteraciones cerebrales estructurales y funcionales, ello les afecta principalmente a circuitos neuronales implicados en el control de impulsos, la toma de decisiones y la regulación emocional. Saber esto es importante para no culparse, pedir ayuda y poder superar en gran parte o totalmente estas circunstancias.
Objetivo terapéutico: la flexibilidad
El pensamiento rígido contribuye al mantenimiento de los TCA y dificulta la recuperación. La rigidez mental complica la aceptación de cambios en el tratamiento, como introducir nuevos alimentos o desafiar creencias irracionales sobre la imagen corporal. Trabajar en la flexibilidad cognitiva es clave en el tratamiento, ayudando a la persona a desarrollar una relación más saludable con la comida y consigo misma. En terapia, se trabaja en desarrollar pensamiento más flexible, tolerancia a la incertidumbre y estrategias para modificar creencias disfuncionales.